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Sobre China y otras lindezas
Ai Shen

Nueva York, Brooklyn, 29 de octubre de 2015.

Bruno y Arun coinciden en Nueva York. Como siempre tienen conversaciones pendientes y desacuerdos interminables. En la calle Metropolitan, casi llegando a Kent en el barrio de Williamsburg, se detienen.

–Esto es una mierda –dice Bruno señalando el graffiti. Ruido. Imágenes. Cualquier reina de la moda resuena inmediatamente en el mundo más que otra cosa.

–No exageres.

–Te digo que un tipo como Ai Weiwei (艾未未) es como las moscas esas que quieren salir de la habitación y se pegan una y otra vez contra la ventana. Lo ven todo claro, quieren pasar al otro lado y bumba, de nuevo se vuelven a dar un batacazo. Es así. Son las ganas de intervenir en el mundo. Pero a China no la cambia ni la madre que la parió.

–Déjate de cambiar nada –replica Arun. El arte es arte y el mundo es mundo. Me parece bien que estén separados por un cristal. No tiene por qué intervenir el uno en el otro.

–¡Vete a la mierda tío¡ ¿Qué quieres que el arte haga bonito al mundo y ya está? ¿Que no tenga otra trascendencia?

–Bruno, no porque alguien quiera, el arte va a tener más trascendencia.

–¡De verdad Arun, me desesperas¡ Lo que yo te digo es que cualquier reina de la moda, futbolista, o lo que sea, está continuamente emitiendo mensajes, imágenes, ruido… Estos desgraciados le han robado la merienda a los artistas. Ai Weiwei (艾未未) no tiene más remedio que montar esos circos que monta, elevar su yo a la potencia de arte, ser él mismo una obra de arte, una marca, que produzca más imágenes, más noticias, que esa reina de la moda…

Y Arun interrumpe a Bruno,  porque sabe que la conversación no tiene fin y porque por mucho que diga Bruno para él el arte no tiene que cambiar nada, es sólo un pasatiempo más al otro lado de la ventana. Bruno se lleva las manos a la cabeza y no dice nada más que a Ai Weiwei (艾未未) lo llaman también Ai Shen () , o sea el Divino Ai o el Dios Ai, como quieras.

P.S.:

El autor del grafiti se ha tomado la molestia de pintar a Ai Weiwei (艾未未) a la manera del Rey Mono del Viaje al Oeste. Por eso tiene esa cara y esas barbas y lleva esa especie de banda o diadema encantada que el monje Xuanzang estrechaba mediante un canto mágico, cuando el mono se ponía demasiado revoltoso, produciéndole unos dolores de cabeza insoportables. La línea roja simbolizaría la sangre producida por un exceso de estrangulamiento de la banda, o un aviso para que Ai Weiwei (艾未未) no se pase de la raya en sus críticas. Este graffiti está en Williamsburg, Brooklyn, donde Ai Weiwei vivió en los años ochenta, cuando estudiaba en la escuela Parsons.

Por otra parte, más sobre Arun y Bruno en ¡Ojo¡, Operación diversión, El sexo es divertido, y Reímos menos.

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