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Sobre China y otras lindezas

 

Creo que una de las cosas más difíciles que hay es presentar las cosas tal y como son, sin que nuestra visión de las mismas interfiera en lo que ellas son. Es algo muy parecido a lo que ocurre con el estilo a la hora de escribir. Hubo un tiempo en el que me encantaba reconocer en un texto la pluma de su autor. Es un Proust, el que escribe, esto es de Scott Fitzgerald, no, de Hemingway… Sin embargo, ahora, aprecio más que lo que se cuenta no dé ningún tipo de pistas acerca de quién lo cuenta. Juzgo este estado, como una suerte de límpida justicia con respecto al objeto escrito.

Digo todo esto, porque se acaba de publicar el libro Ruskinland del periodista del Financial Times, Andrew Hill. Creo que Hill lleva a la perfección a lo que me refería más arriba. Se fijó como meta hacernos ver por qué John Ruskin (Al que llamé The Napoleon of Brantwood) es todavía hoy un pensador de interés (pág. 26), y en todo momento en la lectura del libro parece que es el mismo Ruskin el que nos habla, cuando claramente no es así. Ruskinland es una perfecta invitación a leer al propio Ruskin. ¿Qué más se puede pedir?

Sin ninguna duda recomiendo la lectura del libro, y si hay alguno que diga eso de que no tiene tiempo, que por favor no deje de leer el capítulo III Seeing, en el que se habla de cómo Ruskin era un fanático del mirar, pues se pasaba mirando un objeto o un paisaje horas y horas, simplemente para que no se le pasara nada por alto. Sirva de muestra de lo importante que era para Ruskin el mirar, esta cita que abre el citado capítulo:

The greatest thing a human soul ever does in this world is to see something, and tell what it saw in a plain way. Hundreds of people can talk for one who can think, but thousands think for one who can see.
To see clearly is poetry, prophecy and religion, all in one.

 

P.S.: En octubre 2017, cuando no había tenido ningún contacto con la obra de Ruskin, publiqué un libro de cuentos sobre los cuadros del pintor, Miguel Panadero. En ese libro Dibugrafías, hay una historia Escalenas, que habla de la virtud de ver claro en lo obscuro. ¡!!Se las dejo para ver si conseguimos aclararnos!!!!

 

Escalenas

escalemasUna cabeza triangulada es claramente un misterio, porque el tres siempre ha sido un misterio.

Veamos:

Si los tres lados del triángulo son iguales, le hemos llamado triángulo equilátero. El triángulo es isósceles, si sólo dos lados son iguales. Y es escaleno, si los tres lados son desiguales.

Todo el mundo sabe, sin embargo, que esto son cosas de la geometría, porque en el mundo de ahí fuera, todas las cabezas son escalenas, desiguales. Ahora se antoja todo un poco más claro.

Esa virtud de ver claro en lo oscuro debe ser algo así como una virtud geométrica. Pues, por muy desiguales que sean las cabezas, claro, claro, no lo ven muy a menudo. ¿O es que alguien conoce una cabeza que vaya más allá de lo oscuro?

Si de la geometría pasamos a la aritmética, tenemos la suma. La suma de una cabeza, más otra cabeza, y más otra, ¿da claro?

Marbella,  1 de mayo 2014

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