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Sobre China y otras lindezas
Why the world needs India

diapositiva Por qué el mundo necesita a la India

Los símbolos gobiernan el mundo. Representan una realidad más elevada, y por ello, nos empujan más allá de nuestras fuerzas y de nuestra propia realidad. Simbólica puede ser una persona, un objeto o un acontecimiento.

Gandhi fue el precursor y adalid de los movimientos independentistas de toda una generación; La piedra negra de la Meca atrae anualmente en peregrinación a millones de musulmanes; En 1905, Japón derrotó a Rusia, convirtiéndose en el primer país asiático en derrotar a una potencia occidental. Ese acontecimiento cimentó el nacionalismo japonés, y su posterior carrera imperialista. En este 2022, la India ha desbancado a su antigua Metrópoli, Gran Bretaña, como quinta potencia económica del mundo. Quizás sea también todo un símbolo de un nuevo orden.

No a otra cosa debía referirse el ultranacionalista Primer Ministro indio, Narendra Modi, al comentar enfáticamente que la india había dejado atrás, a los que la habían gobernado por 250 años, y que más que pasar del sexto al quinto puesto, la alegría estaba en haber dejado atrás 1000 años de esclavitud; La oportunidad es ahora. No nos pararemos –concluía.

Mucho se habla de que el nuevo orden mundial es multipolar, pero la realidad es que todavía no hemos roto la inercia bipolar de la Guerra Fría, y prácticamente todo se dirime entre China y los Estados Unidos. Es en este contexto, en el que el poder blando indio, y su aura de país no alineado, comienzan a ser necesarios, para dirimir los desafíos internacionales a los que nos enfrentamos.

Desde la llegada de Modi al poder en 2014, la India ha experimentado una mayor asertividad en la manera de interactuar en política internacional, apartándose de su tradicional línea más moderada. Esto se debe a que hay claros indicios político-económicos, que apuntan a que tanto su economía, como el país en su totalidad, se encuentran en una imparable ascensión a la cima. La India, también provista de poder nuclear en el patio trasero de China, va a cambiar las reglas del tablero geopolítico internacional, pero todavía ha de perfilar mejor qué tipo de poder blando quiere ejercer.

En contraste con el aura india suave, un aspecto sobresaliente del poder blando chino es que hace continuas referencias a su poder duro, especialmente en los últimos años. De manera que grandes iniciativas como la de La Nueva Ruta de la seda (Belt and Road Initiative, BRI), son percibidas con desconfianza, en vez de como magnos proyectos de mejora de infraestructuras, del que se beneficiarán un sinnúmero de países –señala la politóloga Parama Sinha Palit.

India primero

Políticamente, India está pisando más fuerte que nunca. Su Primer Ministro ha abandonado la diplomacia de guante blanco, y no tuvo reparo por ejemplo, el pasado septiembre, tanto en evitar por primera vez a su anfitrión, el todopoderoso Xi Jinping en los pasillos de su propia casa, la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), como en admitir públicamente, que ha mantenido conversaciones telefónicas con el Dalai Lama, algo que enerva al gobierno chino. Asimismo, se ha prohibido en India no sólo Tiktok y otras 58 aplicaciones chinas, sino que se han excluido a empresas chinas de las licitaciones públicas por el 5G.

Desde la guerra sino-india en 1962, de la que la India salió mal parada, las relaciones entre ambos países se habían desarrollado más o menos pacíficamente hasta 2020, año en el que fallecieron 20 soldados indios. Pero lo peor no fueron las víctimas, si es que se puede decir eso, sino que las autoridades indias consideraron que el choque fue la consecuencia lógica de una creciente política agresiva china, que choca frontalmente con el revivido nacionalismo indio, promovido por Modi, así como con el renovado status económico de esta India emergente. En el reciente acercamiento de relaciones indio-americanas, Washington esté probablemente aprovechando al máximo la teoría clásica india de Kautilya Rajamandala por la que tu vecino es tu enemigo, y el vecino de tu vecino es tu amigo.

Modi, aparte de ser uno de los líderes mundiales con más seguidores en twiter, el segundo para ser más exactos, muestra su firmeza y realpolitik también allende sus fronteras. “No es tiempo para la guerra” –le dijo a Putin, al mismo tiempo que con una mentalidad muy práctica le compra el petróleo a Rusia a un precio de saldo. India primero, caiga quien caiga, que suele ser una de las primeras manifestaciones del nacionalismo.

Chindia

Por mucho que China y la India sean diferentes, comparten, sin embargo, características generales en este inicio del siglo XXI, que pueden ser determinantes para el devenir de la humanidad. Para empezar, son civilizaciones milenarias, orgullosas de su pasado, asentadas en un extenso territorio, y muy densamente pobladas. En términos de mercado, la completa incorporación de la India a los canales de producción y consumo internacional, dará un vuelco a los índices económicos mundiales en todos los sectores, desde el turismo a la tecnología, como ha ocurrido con China.

Por qué el mundo necesita India

El desarrollo indio sigue los pasos del desarrollo chino. Modi ha creado el Make in India, paralelo al Made in China de los años ochenta, acompañado de una batería de medidas económicas con toda suerte de subvenciones e incentivos, destinados a arrebatar a China el título de hub manufacturero mundial.

Sin ir muy lejos, los indios han ganado una batalla tremendamente simbólica contra los chinos. Apple ha anunciado que comenzará a producir su iPhone 14 en la India. Esto supone un cambio radical en la política de producción de la compañía. Antes, Apple sólo comenzaba a producir fuera de China, cuando tenía comprobado que la producción del nuevo modelo no entrañaba ningún riesgo. Otras empresas están siguiendo los mismos pasos.

Pero es que además, la compañía de la manzana está estimulando a sus proveedores de Airpods y cascos Beats, entre otros, a que desplacen su producción a la India. El movimiento obedece a que las empresas aborrecen el conflicto, tanto como la naturaleza aborrece el vacío. Así que para evitar las disrupciones en la cadena de abastecimiento, derivadas tanto de las tensiones entre China y América, como de las políticas chinas de COVID-zero, las empresas están buscando diversificar sus riesgos desplazando sus centros de producción al Índico.

La india, como su vecino del Norte, también aspira a ser un hub tecnológico mundial, pero con características indias. La transición de China de fábrica del mundo a centro tecnológico fue impulsada en su mayor parte por el gobierno chino, primero, fomentando desde la época de Deng Xiaoping, que las compañías extranjeras abriesen oficinas en China, para generar una atmósfera propicia a la creación de empresas; Y segundo, mandando hornadas de estudiantes a formarse en las universidades americanas.

Desarrollo con características indias

El modelo indio no ha sido tan teledirigido, pero igualmente los estudiantes indios abundan en los grados de ciencia americanos. Más de la mitad de los estudiantes internacionales en USA estudiaron Stem. Una vez graduados, estos estudiantes se acogen a los beneficios de las leyes inmigratorias americanas, porque la visa H-1B permite a las compañías americanas contratar trabajadores extranjeros especializados. El 73.9% de estas visas fueron otorgadas a indios. China fue segunda con 12%. Por lo que a género se refiere, sólo el 20% eran mujeres indias, frente al 45% chinas.

Según el Ministerio de Educación chino, el 80% de los estudiantes chinos vuelven a casa. Los emprendedores chinos prefieren crear sus compañías en China, Tencent (propietaria de wechat), Alibaba (el amazon de China), Xiaomi. Por el contrario, la India tiene el nivel más alto de población viviendo en el extranjero, 17.5 millones, por lo que tiene un problema de retención de talento. Es sabido que la India es el país con mayor número de CEO´s entre las compañías top del mundo: Arvind Krishna, IBM Group; SundarPichai, Google LLC & Alphabet; Satya Nadella – CEO, Microsoft. El último en incorporarse a esta ilustre lista ha sido el CEO de Twitter, Parag Agrawal, con tan sólo 37 años.

India está lanzada, y tecnológicamente sus centros neurálgicos, Chennai, Hyderabad, y Bangalore, están a la vanguardia de los avances tecnológicos en Asia. En el ambiente hay una India renovada, que compite de tú a tú con los más pintados. El Times of India presumía hace apenas un mes de que la India batía a China en la creación de unicornios en la primera mitad de 2022, 14 frente a 11. Esta carrera aún la lideran los americanos con 138 unicornios más en el mismo período. No obstante, ya se sabe que los números de crecimiento en Asia apabullan.

Desde luego que la India tiene por delante inmensos desafíos político, sociales, y económicos, como tantas veces se señala, enfatizándolos de tal manera que parezca que es un gigante con pies de barro. El caso que es que el axis mundi ha girado definitivamente a Oriente, y que eso mismo decíamos del meteórico ascenso chino, y la realidad es que el dragón ha batiendo récor tras récor.

De momento, el gobierno indio confía en que este año la economía de su país crecerá por encima del 7%, bastantes puntos más que el resto de sus competidores, entre ellos, Gran Bretaña, que está luchando para mantenerse alrededor del 3,5%. Cada uno de los récores que India está batiendo son símbolos, sobre los que el gobierno de Modi se apalanca para dar el Gran Salto adelante con características indias.

Los símbolos son misteriosamente capaces de unir magnitudes en contraste, y pocos países tienen tantos contrastes, como la India.

 

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